Dulce Pinz�n



En 2004, la artista Dulce Pinz�n comenz� su m�s reciente serie, La verdadera historia de los superh�roes, en la que refleja, a trav�s de 20 fotograf�as en color (10 de las cuales conformaron la exposici�n en Kunsthaus), un aspecto central de la vida del inmigrante latinoamericano en Estados Unidos. Es decir, una vida de trabajo duro, desempe�ando aquellas labores que los ciudadanos y residentes legales del pa�s no desean realizar. Siendo ella misma una inmigrante (naci� en M�xico, en 1974), en estas primeras fotos de la serie retrata a trabajadores mexicanos en Nueva York, que accedieron a posar para ella en sus respectivos puestos de trabajo, t�picos de inmigrantes, como la construcci�n, la agricultura, la limpieza de pisos o de vidrios en rascacielos, mesero de restaurante, etc.; pero el detalle m�s significativo en estas obras de Pinz�n es que todos sus protagonistas est�n vestidos como alg�n superh�roe de la tradici�n de historietas y el cine de Estados Unidos o de M�xico. Un trabajador de restaurante que hace entregas a domicilio en bicicleta es Superm�n; otro que se aferra a la fachada de un rascacielos, mientras limpia sus ventanas, es el Hombre Ara�a; una asistente de lavander�a es la Mujer Maravilla; otro que trabaja limpiando pescado es Aquam�n; un obrero de la construcci�n es Chapul�n Colorado; un estibador de productos agr�colas es The Hulk; una ni�era es Catwoman. El hecho de travestir la identidad de sus modelos podr�a crear cierta confusi�n sobre la intenci�n de la artista, quien m�s bien trata de establecer un paralelo entre los personajes populares de la cultura en que se inserta el inmigrante, y su verdadero car�cter de h�roes con respecto a las familias y comunidades de �stos en sus pa�ses de origen. Pinz�n disuelve tal ambig�edad recurriendo a un cl�sico recurso conceptualista: el texto. Un texto a medio camino entre el pie de foto period�stico y el comentario museogr�fico, pues lo inserta en la tarjeta con la ficha t�cnica de las obras, junto a �stas, sobre la pared. Ello nos permite conocer la verdadera identidad de los modelos, muchas veces oculta bajo el disfraz de superh�roe que visten, y as�, el Hombre Ara�a se convierte en Bernab� M�ndez, del estado de Guerrero, quien env�a 500 d�lares al mes a su familia en M�xico; el Superm�n en bicicleta es No� Reyes, originario del estado de Puebla, que trabaja en Brooklyn y env�a 500 d�lares a la semana, y la Mujer Maravilla es Mar�a Luisa Romero, del estado de Puebla, quien manda 150 d�lares a la semana; Aquam�n es Juventino Rosas, del estado de M�xico, y env�a 400 semanales, Chapul�n Colorado es Adalberto Lara, del estado de M�xico y env�a 350 semanales; The Hulk es Paulino Cardozo, del estado de Guerrero, y env�a 300 semanales, la Catwoman es Minerva Valencia, de Puebla, y env�a 400 semanales.

De esta manera, el ensayo fotogr�fico de Pinz�n se nos revela de s�bito como una aguda y sutil investigaci�n sociol�gica sobre un importante sector poblacional: esta especie de poblaci�n flotante y fantasma que son los trabajadores manuales indocumentados. Pero estos h�roes multi�tnicos encarnan un concepto de heroicidad que rebasa en muchos aspectos las convenciones y la imaginaci�n espuria de las historietas y el cine fant�stico, al tratarse de gente que d�a a d�a sacrifica parte de su vida para mejorar su realidad y afectar positivamente la de los otros, seg�n expresa la artista en la declaraci�n con que presenta la serie La verdadera historia de los superh�roes en su sitio web www.dulce pinzon.com. “Un superh�roe en el contexto de la cultura pop exige que un determinado personaje tenga un poder extrahumano para salvar y proteger a sus cong�neres. Traducido a la vida cotidiana, un poder extraodinario puede ser, por ejemplo; la capacidad de supervivencia en condiciones extremas, ya sea laborales o clim�ticas”.

Desde el punto de vista est�tico, estas fotograf�as de Dulce Pinz�n se basan en una puesta en escena que tiende a crear una atm�sfera de extra�amiento visual, que resulta de la conjunci�n entre el cuerpo de los modelos latinoamericanos —cuyas identidades se insin�an o adivinan bajo el disfraz del superh�roe— y la incongruencia de dichos trajes con el entorno laboral en que �stos se desempe�an cotidianamente. Precisamente, de esta yuxtaposici�n mana la iron�a en que se basa el comentario social que recorre toda la serie de fotos; a ello habr�a que a�adir el duro contraste entre la apariencia kitsch del vestuario superheroico y la dignidad y realismo del entorno laboral de los modelos, que podr�a subrayar la mutua dependencia entre la econom�a de la gran potencia que necesita mano de obra barata y los inmigrantes que vienen buscando las oportunidades de un mercado laboral pantagru�lico que les tiene reservado un nicho muy espec�fico, tras la promesa de una mejor vida para ellos y sus familias.

Rafael Lopez-Ramos

ArtNexus No. 68 - Dic 2007

 

 

 

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